sábado, 25 de octubre de 2008

Viaje

Ella comenzó a sentir, desde hace un tiempo que sus días transcurrían, inexorablemente, entre el aburrimiento y la pesadez de lo cotidiano.
Se despertaba a las siete; mecánicamente se vestía, sin importarle demasiado su apariencia, porque nunca salía de su casa. Sólo trabajaba en su jardín.
Era su costumbre dar de comer a sus animales, siempre a las once, con ellos solía dialogar encontrando en sus miradas un atisbo de correspondencia. Luego, regaba sus plantas y arreglaba el jardín, pero apenas disfrutaba de ello.
Frecuentemente se hacía algunas preguntas: “¿Cómo es la vida de la gente?, ¿Cómo sería mirar a través de los ojos de otra persona?, ¿Podría convertirme en otra mujer?, ¿Puedo tener otra vida?”. Cuando ella se preguntaba, sentía que vivía, respiraba, y eso le daba esperanzas de alguna salida a ese tedio.
Una tarde, luego de sus habituales rituales domésticos, decidió tomar un té en el jardín; la oprimían las paredes vacías de su casa.
Se sirvió el té, sentada en su sillón de mimbre, y con la precaución de los que temen algo inusual, se colocó un sombrero para protegerse del sol de enero. Yo creo que curiosamente un poco de luz iluminaría esa vida gris, invernal.
Allí sentada puede ver el cielo, bajando la mirada encuentra las copas de los árboles, y los pájaros hasta que de repente, ve en el pasto, algo que la sorprendió: una revista.. Camina unos metros, la toma y se vuelve a sentar. Al abrirla puede comprender que se trata de una revista literaria, contiene cuentos y dibujos. Piensa, como preguntándose “¿Quién la dejó allí, cómo llegó aquí?, ¿Es un regalo?”
“Seguro que alguien la tiró” se respondió, y con eso puso fin a sus interrogantes. Comienza a leer un cuento, y descubre el nombre de sus padres y hermanos, sus escondites más remotos, sus juegos a la hora de la siesta, los helados de los sábados junto con sus abuelos. Le dio un escalofrío darse cuenta que estaba leyendo la historia de su propia infancia.
Sintió que levemente se elevaba, alejándose de su vida actual y adulta, para remontarse a su infancia. Perdió la noción del tiempo que transcurría. Ese cuento la invitaba a reencontrarse con esos días perdidos de su niñez, teñidos de espontaneidad, ingenuidad y disfrute. Tal vez allí, encontraría las respuestas a sus preguntas.

lunes, 6 de octubre de 2008

Pinturas

Autorretrato en tiza pastel
Venus por mi, tiza pastel.

Venus en grafito


Algunas pinturas que hice en el trayecto del aprender...